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Medrano husmea con paraguas la noche madrileña

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Medrano husmea con paraguas la noche madrileña

Diego Medrano ante el numeroso público que acudió ayer a la presentación de su libro en Oviedo. Foto / Imanol Rimada.

Boro González / Periodista.

El escritor Diego Medrano, colaborador de ATLÁNTICA XXII, presentó ayer en Oviedo su libro Llévate el paraguas por si llueve. En el acto, que tuvo lugar en el Salón de Té del Teatro Campoamor ante numeroso público, estuvo acompañado por el alcalde de Oviedo, Wenceslao López, el director del diario El Comercio, Marcelino Gutiérrez, el catedrático de Estética Lluis Xabel Álvarez y el científico Amador Menéndez, además de Gema Lendoiro, directora de la editorial Doña Tecla, responsable del volumen.

El libro lleva por subtítulo La soledad habitada en Madrid y es un paseo por la noche madrileña, en la que Medrano (Oviedo, 1978) se sumerge a través de la literatura. El autor es un estudioso de la bohemia y la escritura transgresora y en ATLÁNTICA XXII colabora con una serie de entrevistas a escritores y editores bajo el título ‘Medranadas’. La obra presentada es la primera de una trilogía que llevará al autor a recorrer los bares y cafés de Barcelona y Oviedo.

El alcalde habló de Medrano como un intelectual absoluto: “Muestra la vida madrileña, en su totalidad, desde la perspectiva de un ovetense. Oviedo es una ciudad literaria y Diego, uno de sus mayores exponentes”. Marcelino Gutiérrez destacó la personalidad de Medrano: “Es atrevido y confiado y posee la elegancia de la intelectualidad; es un gran defensor de la cultura”. El filósofo, y referente para el autor, Lluis Xabel Álvarez recordó hablando en asturiano las influencias de Medrano y destacó la importancia de la gracia: “Una cosa es ser gracioso, y otra dar la risa. Los libros de Diego hacen gracia, pero no dan la risa”. Era el turno de Amador Menéndez, que ponderó el retrato ‘socioscópico’ (explicación de la sociedad) que realiza Diego en este libro.

Tras ellos, intervino el protagonista, que tuvo que batirse y defender su obra. Empezó dando las gracias a todos los que estaban allí. Habló de su primera vez en Madrid, cuando conoció a Luis Antonio de Villena y a Leopoldo María Panero, con quien estableció una apasionante relación epistolar; y cómo se encontró a José Saramago en Gran Vía y saltó la chispa: la casualidad y el don.

Umbraliano con bufanda (su libro evoca la Travesía de Madrid de su maestro), ayer contó que empezó a frecuentar la literatura por lo triste que era vivir en un Oviedo rancio: “Yo creo en el trabajo: leer, producir, crear. La literatura no es eso, unos señores vagos y rancios”. Viendo el panorama no le quedó otra que buscar nuevos retos y horizontes. Llegó a la capital de Reino, la husmeó como el mejor sabueso: “Yo no fui a Madrid buscando el medro. Fui a zorrear, a husmear, a ser un espía”. Sigue creyendo, es de los pocos, que la literatura, la cultura, pueden cambiar el mundo: siempre para mejor.

Diego Medrano escribe lo que vive, lo que siente y lo que imagina. Hace de una noche de excesos la más bella pieza literaria. Amigo de poetas, literatos, periodistas, putas y héroes. Escuchándoles. Se le puede acusar de histrionismo y verborrea, como a todos los que escriben. Una mezcla entre Umbral y Jay Gatsby: brindar con un poquito de champán. “La literatura está manchada de semen, de sangre, de mierda; manchada de vida”.

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