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Atlántica XXII

Historias de Gijón: el dibujante ambulante que fue cowboy

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Historias de Gijón: el dibujante ambulante que fue cowboy

A diario Harold recorre las calles de Gijón vendiendo sus dibujos por la voluntad, un trabajo que compagina con los cuidados a su pareja, Amparo, que sufre una importante minusvalía provocada por los maltratos de su ex-pareja. Con sus dibujos ha recorrido toda España, de Asturias a Almería, donde llegó a trabajar como extra en películas del oeste.

Harold y Amparo, en su casa de Gijón, muestran un autoretrato (Imagen: Carlos Álvarez)

Carlos Álvarez Rodríguez | Periodista

@alvarezzcarlos

 

A José Jorge Otero (23 de junio de 1969) sus amigos lo llaman Harold. A diario recorre las calles de Gijón intentando vender sus dibujos a la voluntad. Nació en Valladolid, pero cuando era apenas un niño se mudó con su familia a Asturias. Pocos años después una moto le arrolló causándole importantes secuelas psicológicas que con el paso de los años fue superando. Ahora tiene una discapacidad del 68% y compagina la venta callejera con los cuidados a su pareja, Amparito, como él la llama. En el barrio de Jove, en la zona oeste de Gijón, nos recibe para contarnos su historia.

El fuerte olor a tabaco ya se deja notar nada más subir las primeras escaleras del portal. Llamo al timbre y pocos segundos después su puerta, decorada con dibujos heavys, se abre. Dentro el ambiente es denso. Solo cuando la vista se acostumbra al humo se deja ver de fondo una casa cuidada y limpia, con las paredes cubiertas por sus dibujos, fotografías y carteles de películas en las que trabajó.

Al fondo está Amparito, sentada en el sofá. Apenas habla pero su rostro deja ver una sonrisa. Harold se sienta a su lado.

¿Cómo llegas a vivir a Gijón?

Era muy pequeño cuando vine para Gijón. Mi padre trabajaba en los astilleros. Yo ya había sufrido el accidente y desde entonces fui  a colegios de educación especial.

¿Ya dibujabas por aquel entonces?

Sí, empecé desde pequeño porque me servía como terapia para relajarme aunque al principio pintaba cosas más sencillas. No recuerdo cuando empecé exactamente. Para que te hagas una idea, recuerdo que en el año 1988 iba al colegio de La Calzada. Suspendía mucho, siempre me daban el  cinco raspado. En el examen de dibujo presenté un dibujo del grupo Judas Priest. Aparecían Rob Halford, Glenn Tipton, K. K. Downing y Dave Holland. La profesora quería poner la nota con un bolígrafo rojo sobre el dibujo y le pedí que la pusiera por detrás. Pero ella no quiso.

Supongo que suspendiste dibujo.

Por supuesto, me negué a entregárselo. Pero lo que es el destino… Años más tarde estaba en Madrid y coincidía que Rob Halford estaba firmando discos en una tienda. Le enseñé el dibujo para que me lo firmara. Él sí podía. Se quedó mirando y me dio el bolígrafo a mí para que se lo firmara. La copia que tenía me la firmó él a mí, aún la guardo.

Dibujo de la banda británica Judas Priest firmado por su vocalista, Rob Halford. (Imagen: Carlos Álvarez)

¿Siempre has vivido de tus dibujos?

Probé varios trabajos pero siempre intenté vivir de ellos, desde chaval. Mis colegas se dedicaban a ir a conciertos heavys pero yo no tenía dinero para ir. Ellos iban con las pagas que les daban sus padres, pero mi padre siempre me decía que el que algo quiere algo le cuesta y lo tienes que luchar, sea lo que sea. Por eso empecé a dibujar y a vender. Fue más o menos en el 82, lo recuerdo por Naranjito.

Pero años más tarde acabas viviendo en Almería y trabajando en algunas películas. ¿Cómo llegas hasta allí?

Fui bajando la Ruta de la Plata haciendo autostop para intentar vender mis dibujos. Cuando llegué a Almería estaba reventado y decidí quedarme un tiempo. Allí empecé a trabajar en el Poblado del Oeste y acabé haciendo de extra en tres películas: 800 Balas, Los Dalton contra Lucky Luck y Blueberry.

¿En qué año te fuiste a Almería a vivir?

Por imágenes te lo puedo decir. Cuando llegué a Almería llegaba de Murcia. Entré en un bar de Tabernas y vi en la televisión como unos aviones chocaban contra unas torres. ‘Vaya pasada de película, ¿cuándo la ponen’, le pregunté al camarero. Alucinaron todos. Era de verdad, eran las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001.

 

A su espalda, la pared está cubierta por montones de fotografías de los rodajes y un enorme póster de la película 800 balas. Harold dice que el mundo del cine no le llamó mucho la atención, pero pese a todo guarda un gran recuerdo de aquella época.

De las paredes de su casa cuelgan infinidad de fotografías durante los rodajes de las películas en las que participó (Imagen: Carlos Álvarez)

Allí pudiste conocer a mucha gente de renombre. ¿Cómo fue la experiencia?

Fueron tres años en los que conocí a gente famosa que de verdad apreciaba lo que hago. Ángel de Andrés, Alex de la Iglesia, Sancho Gracia… Con Eduardo Gómez me llevé muy bien. Recuerdo que paró una entrevista porque yo le estaba haciendo un retrato. Son famosos, tienen dinero, pero saben apreciar el trabajo de los demás. Están ahí porque se lo han currado, no como otros.

Aún así después de estas tres películas decides irte.

No me llamó mucho la atención y no me iban las cosas muy bien. No me salía trabajo en los poblados y me dedicaba a vender mis dibujos. Decidí volver. Pasé un par de meses por Madrid pero tampoco me fue muy bien. Aquí en Gijón se me conocía más y quizá me podía ir mejor. Me quedé definitivamente.

¿Sacas suficiente dinero como para vivir?

Pido la voluntad. Si saco diez euros en todo el día es un día bueno. Pago casi 500 euros de alquiler, pero recibo una paga por la minusvalía que tengo y ella -Amparo- recibe también por lo suyo. Podría recibir ayudas pero no quiero nada, vivir de lo que hago. Si encima pides ayudas la gente dice ‘mira este vive de ayudas’. No quiero eso.

 

Amparito interrumpe la interesante historia de Harold para ofrecernos café. Fuera ya está oscureciendo y solo al encender la luz nos percatamos de la penumbra que nos rodea.

 

Además de a tus dibujos dedicas tu tiempo a cuidar de Amparo, que tiene una importante discapacidad por los maltratos que sufrió de su expareja. ¿Cómo es tu relación con ella?

La ayudo en todo lo que puedo. Somos pareja, aunque duerme sola por los problemas que tiene de movilidad en algunas partes del cuerpo. Ya habíamos sido pareja antes. Un día me llamó el tío con el que andaba y me dijo “la tienes en estado vegetal en el hospital”. Le había roto el cráneo.

Tiene que ser muy complicado compaginar la venta ambulante, las tareas de la casa y los cuidados a tu pareja.

Me levanto, hago dibujos, hago la comida, la casa, lavo ropa… Y cuando salgo a vender las negativas de la gente cada vez son más fuertes. Te dicen “no gracias” y ni te miran. Te desprecian, te juzgan sin conocerte, me dicen que si soy un drogadicto… Yo fumo porros, es verdad, pero otros beben sus cubatas. A esos no les miran mal aunque beban hasta perder el norte. Eso es un paisano para la sociedad. Si tú te sientas a fumar tus porros en el parque eres un drogadicto. He dormido en albergues y en la calle y no por estar ahí no vales para nada. Hay gente muy válida a la que la vida la ha llevado a eso. Esa realidad la gente no la ve. Que quiten al rey y pongan a dar el discurso de Navidad un tío de la calle, que diga las cosas que hay. No uno de familia bien, que en su vida ha vivido en la realidad.

¿Cuántos dibujos sueles vender?

Llevo en la carpeta 120 dibujos y hay días que vuelvo con 119 o 118. Igual vendo dos o uno. Llega un momento que uno se cansa. Antes iba a vender y en una hora tenía 5.000 pesetas, ahora para 30 euros tengo que echar tres días. El año que más vendí fue en 2010. Saqué 8.000 euros solo vendiendo dibujos.

¿Por qué ahora la gente no te compra dibujos como antes?

No lo entiendo. Ahora si llego a 3.000 o 4.000 euros al año gracias. Estoy haciendo una media al mes de 300 euros en dibujos. Pero de ahí tengo que comprar el papel y las horas que me lleva dibujar. Solo de Gijón tendré más de 200 dibujos.

¿Pintas a diario?

Sí, me sirve de terapia. Igual me echo a la una y pico a dormir pero a las cuatro o cinco de la mañana me levanto para dibujar. Lo hago todas las noches. Para que te hagas una idea lo máximo que dibujé en un año fueron 72 dibujos el año pasado. Este año llevo 104.

 

Las estanterías de su escritorio están repletas de sus dibujos. Están ordenados por años. Las pinturas heavys están muy presentes en las primeras hojas pero poco a poco van apareciendo paisajes y amigos que ya no están. En uno sale Amparito junto a Janis Joplin, uno de sus referentes. Sonríe.

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Ya es de noche. Tras varios minutos ojeando sus dibujos me despido de ellos. Amparito vuelve a sonreír, una vez más, como siempre. En el marco de la puerta ya se nota el frío de la calle. Harold me despide. Verán juntos la televisión y harán la cena antes de irse a dormir. Antes de volver a levantarse para seguir dibujando. Antes de volver a salir a la calle para seguir vendiendo.

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